Al despertar, el día sábado, le pregunte a mi hija si estaba muy asustada o si recordaba lo que nos paso durante la noche… No recordaba nada, solo que la despertamos y tuvo que dormir en nuestros brazos… Al explicarle de terremotos y réplicas, ella concluyó que la Tierra se movía porque estaba tratando de quedarse dormida…
Pasadas las 3:30 de la mañana del sábado 27 de febrero: la Tierra se sacudió con una fuerza que muy pocas veces el mundo está acostumbrado a ver; se fue la luz, el teléfono, sólo una radio (la siempre incondicional en momentos como este) a pilas trataba de llamarnos a la calma y de “mostrarnos” qué pasaba con las familias como nosotros en el resto del país… La oscuridad y la incertidumbre en plena noche siguieron al susto de perder algo más que la casa con el tremendo remezón que nos saco semidesnudos a la calle, un café caliente para calmarnos, una conversación en familia y después ordenar algo para que tratar que las futuras réplicas no provocaran más daños, y tratar, en lo posible, de conciliar nuevamente el sueño…
Como la casa es de adobe el terremoto dejo mucha tierra (a veces en terrones) por todos lados, muros descascarados y grietas a la vista en los añosos muros de barro; ya teníamos noticias de la familia más cercana y el almuerzo juntos fue necesario para seguir alejando el temor.
La energía eléctrica llegó el sábado en la noche, pudimos ver impactantes imágenes del sur; en cada contacto desde la costa de la Región del Maule o del Bio Bio, sentía que nuestro susto y nuestros problemas eran nimios y no ameritaban ser comentados, ni siquiera recordados. El dolor profundo y la incertidumbre real, no estaba tan cerca de nosotros: estaba en los miles de incomunicados y sus familiares que, por las imágenes que nos llegaban, muy buenas noticias no deberían tener. El Mar, con su siempre poderoso ir y venir, no resistió el empujón que desde sus entrañas le mando la Tierra; y al poco tiempo del terremoto, terminó por destruir las casas y arrastrar todo (lamentablemente personas incluidas) a su paso por varios pueblos y ciudades costeras del país. Los que alcanzaron a escapar hoy no tienen luz, agua, comunicación ni combustible para poder retomar contacto con sus familias… Los otros no sabemos dónde están….
No dejo de pensar en la frase de Florencia, “la Tierra se quiere quedar dormida”, es cierto: la Tierra está viva, y sus sacudidas (como sus Volcanes y tormentas) debemos entenderlas como parte de nuestra vida, de la realidad, siempre estarán presentes. Debemos construir nuestras ciudades y vivir la vida siempre pensando en ella, en nuestra relación con ella. Ella que los Mapuche llaman la Ñuke Mapu (Madre Tierra), ella que a nuestros pies ahora se mueve para poder dormirse.
No existe respeto hacia la Ñuke Mapu, incluso a veces la ignoramos: basta ver en las noticias como edificios recién construidos no resistieron y están en el suelo, al lado de antiguas construcciones, que más allá de cicatrices en sus fachadas aun cobijan a sus habitantes, cual es la responsabilidad y falta de ética de las constructoras e inmobiliarias que se pusieron a vender como hogares u oficina estas débiles construcciones. O las flamantes autopistas urbanas que a manos de concesionarias que vendían modernidad, seguridad y progreso hoy tienen puentes cortados e importantes desniveles en diferentes puntos, y nadie nos pide disculpas. O el vergonzoso actuar de las autoridades que se olvidaron de mirar al oeste pasado el terremoto, y no oyeron el instinto y la cultura de quienes siempre han vivido bañados por el Mar; no alertaron a la gente para correr a lugares elevados y así evitar que las olas furiosas cobraran más vidas humanas. O lo ilógico e insultante que resulta que en medio de la tragedia aparezcan vándalos que roban televisores desde supermercados u otros que cobran elevados precios por alimentos de primera necesidad... Ni siquiera a nosotros mismos nos respetamos
Los que han perdido a sus familiares, los que han perdidos sus bienes materiales, ahora miraran con susto el Mar, para ellos solo será una frase sin sentido esa del “mar que tranquilo te baña”… Pero la culpa es nuestra, se nos ha olvidado a todos, a algunos más que otros, que tenemos VIDA bajo los pies, que con esa vida debemos convivir e integrarnos, como parte de ella, a sus ciclos.
Hoy tenemos que levantar la cabeza, apretar los dientes para que no duela tanto el sufrimiento y la destrucción. Poner las manos y el corazón para que Chile se levante, y ojala levantarlo sobre nuevos cimientos, construir pueblos y ciudades respetando y oyendo a la Ñuke Mapu; que veamos a la Tierra como la Madre acogedora que es y que ella nos vuelva a reconocer como sus hijos, porque seguirá moviéndose, los volcanes seguirán bramando y el Mar no detendrá su vaivén. La idea es que evitemos que nuevos movimientos nos destruyan tanto y que el Mar, cuando decida ir a saludar a las montañas, no pase por encima, o su paso al menos no sea tan destructor.
Florencia: tranquila, por ahora vamos a quedarnos calladitos y nos moveremos poco para que la Tierra pueda quedarse dormida…
MANU(el Andres) SANDOVAL (Baros)
...."Deja la Vida Volar"....
Pasadas las 3:30 de la mañana del sábado 27 de febrero: la Tierra se sacudió con una fuerza que muy pocas veces el mundo está acostumbrado a ver; se fue la luz, el teléfono, sólo una radio (la siempre incondicional en momentos como este) a pilas trataba de llamarnos a la calma y de “mostrarnos” qué pasaba con las familias como nosotros en el resto del país… La oscuridad y la incertidumbre en plena noche siguieron al susto de perder algo más que la casa con el tremendo remezón que nos saco semidesnudos a la calle, un café caliente para calmarnos, una conversación en familia y después ordenar algo para que tratar que las futuras réplicas no provocaran más daños, y tratar, en lo posible, de conciliar nuevamente el sueño…
Como la casa es de adobe el terremoto dejo mucha tierra (a veces en terrones) por todos lados, muros descascarados y grietas a la vista en los añosos muros de barro; ya teníamos noticias de la familia más cercana y el almuerzo juntos fue necesario para seguir alejando el temor.
La energía eléctrica llegó el sábado en la noche, pudimos ver impactantes imágenes del sur; en cada contacto desde la costa de la Región del Maule o del Bio Bio, sentía que nuestro susto y nuestros problemas eran nimios y no ameritaban ser comentados, ni siquiera recordados. El dolor profundo y la incertidumbre real, no estaba tan cerca de nosotros: estaba en los miles de incomunicados y sus familiares que, por las imágenes que nos llegaban, muy buenas noticias no deberían tener. El Mar, con su siempre poderoso ir y venir, no resistió el empujón que desde sus entrañas le mando la Tierra; y al poco tiempo del terremoto, terminó por destruir las casas y arrastrar todo (lamentablemente personas incluidas) a su paso por varios pueblos y ciudades costeras del país. Los que alcanzaron a escapar hoy no tienen luz, agua, comunicación ni combustible para poder retomar contacto con sus familias… Los otros no sabemos dónde están….
No dejo de pensar en la frase de Florencia, “la Tierra se quiere quedar dormida”, es cierto: la Tierra está viva, y sus sacudidas (como sus Volcanes y tormentas) debemos entenderlas como parte de nuestra vida, de la realidad, siempre estarán presentes. Debemos construir nuestras ciudades y vivir la vida siempre pensando en ella, en nuestra relación con ella. Ella que los Mapuche llaman la Ñuke Mapu (Madre Tierra), ella que a nuestros pies ahora se mueve para poder dormirse.
No existe respeto hacia la Ñuke Mapu, incluso a veces la ignoramos: basta ver en las noticias como edificios recién construidos no resistieron y están en el suelo, al lado de antiguas construcciones, que más allá de cicatrices en sus fachadas aun cobijan a sus habitantes, cual es la responsabilidad y falta de ética de las constructoras e inmobiliarias que se pusieron a vender como hogares u oficina estas débiles construcciones. O las flamantes autopistas urbanas que a manos de concesionarias que vendían modernidad, seguridad y progreso hoy tienen puentes cortados e importantes desniveles en diferentes puntos, y nadie nos pide disculpas. O el vergonzoso actuar de las autoridades que se olvidaron de mirar al oeste pasado el terremoto, y no oyeron el instinto y la cultura de quienes siempre han vivido bañados por el Mar; no alertaron a la gente para correr a lugares elevados y así evitar que las olas furiosas cobraran más vidas humanas. O lo ilógico e insultante que resulta que en medio de la tragedia aparezcan vándalos que roban televisores desde supermercados u otros que cobran elevados precios por alimentos de primera necesidad... Ni siquiera a nosotros mismos nos respetamos
Los que han perdido a sus familiares, los que han perdidos sus bienes materiales, ahora miraran con susto el Mar, para ellos solo será una frase sin sentido esa del “mar que tranquilo te baña”… Pero la culpa es nuestra, se nos ha olvidado a todos, a algunos más que otros, que tenemos VIDA bajo los pies, que con esa vida debemos convivir e integrarnos, como parte de ella, a sus ciclos.
Hoy tenemos que levantar la cabeza, apretar los dientes para que no duela tanto el sufrimiento y la destrucción. Poner las manos y el corazón para que Chile se levante, y ojala levantarlo sobre nuevos cimientos, construir pueblos y ciudades respetando y oyendo a la Ñuke Mapu; que veamos a la Tierra como la Madre acogedora que es y que ella nos vuelva a reconocer como sus hijos, porque seguirá moviéndose, los volcanes seguirán bramando y el Mar no detendrá su vaivén. La idea es que evitemos que nuevos movimientos nos destruyan tanto y que el Mar, cuando decida ir a saludar a las montañas, no pase por encima, o su paso al menos no sea tan destructor.
Florencia: tranquila, por ahora vamos a quedarnos calladitos y nos moveremos poco para que la Tierra pueda quedarse dormida…
MANU(el Andres) SANDOVAL (Baros)
...."Deja la Vida Volar"....
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