En plena recta final de las elecciones, el mundo no para, siguen sucediendo cosas. Una de ellas es lo que sucedió ayer con la firma de la Presidenta del acta de adhesión a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde). Faltan 2 formalidades para que chilito pase a ser el miembro número 31 de la Ocde: la ratificación del Congreso y el depósito que debe hacerse a la convención ante el gobierno francés, donde el organismo tiene su sede. ¿Que bueno nos podría traer este evento tan rimbombante y que mucha prensa, por la manía electoral, no ha tenido?
En el tema medioambiental Chile esta obligado a cumplir de acá a 4 años varios compromisos que el organismo exige a sus miembros. Desde Terram informan que estos compromisos obligatorios incluyen "política de manejo de aguas y medioambiente y turismo, indicadores e información medioambiental, manejo de residuos y manejo de químicos". Y se supone que la nueva institucionalidad ambiental que hoy fue anunciada, apunta a liderar el camino hacia el cumplimiento de estos compromisos.
No quiero ir al detalle de qué falta y a qué se comprometió el país a cumplir; ni si las nuevas instituciones ambientales, con ministerio y todo, responden a los desafiós que el país enfrentará en el mediano y largo plazo. Quiero traer a la reflexión y al debate el pensamiento de Leonardo Boff (teólogo, filósofo, escritor, profesor, ecologista brasileño) y un artículo que El Ciudadano reproduce en su sitio web. El artículo, a propósito de la fallida cumbre de Copenhague de fines de 2009, llama a reconocer de manera abierta que los verdaderos culpables del actual daño medioambiental (casi irreversible por lo demás) son "los hombres y mujeres que formularon, implantaron y globalizaron el modo de producción de bienes materiales y los estilos de consumo que implican depredación de la naturaleza, clamorosa falta de solidaridad de las generaciones actuales con las futuras".
No basta con, es más de nada sirve ahora gastar tiempo y palabras en encontrar soluciones técnicas y políticas para disminuir por ejemplo los niveles de gases de efecto invernadero, si se mantiene este tipo de "civilización". Hay que pensar, diseñar e implementar otro paradigma civilizador "que no reproduzca las perversidades actuales", por lo que no basta con "una ecología ambiental", ya que tierra y ambiente no son el problema: ¡Nosotros somos el problema!.
"O cambiamos de valores civilizatorios o la Tierra podrá continuar sin nosotros".
Boff continua señalando la falta que nos hace un Paulo Freire ecológico, "él decía sabiamente algo que se aplica a nuestro caso: «No es la educación la que va a cambiar el mundo. La educación va a cambiar a las personas que van a cambiar el mundo» Necesitamos estas personas revolucionarias, si no, preparémonos para lo peor, porque el sistema imperante está totalmente alienado, se ha vuelto estúpido, arrogante y ciego frente a sus propios defectos. Es la tiniebla y no la luz del túnel donde nos encontramos".
Por esto que el llamado es primero a preocuparnos por la ecología mental (una de las cuatro tendencias de la ecología según Boff, que se compone de ecología ambiental, social, mental e integral); ya que esta "trabaja con lo que pasa por nuestra mente y nuestro corazón. ¿Cuál es la visión del mundo que tenemos? ¿Qué valores orientan nuestra vida? ¿Cultivamos una dimensión espiritual? ¿Cómo debemos relacionarnos con los otros y con la naturaleza? ¿Qué hacemos para conservar la vitalidad y la integridad de nuestra Casa Común, la Madre Tierra?"
En pocas líneas no se puede profundizar mucho sobre la ecología mental, pero en el mismo artículo el autor nos da 4 pasos para avanzar en ella, pasos que se constituyen en "los ejes que sustentan un nuevo ensayo civilizatorio". El primero consiste en "asumir que Tierra y Humanidad forman una entidad única e inseparable, que es parte de un todo cósmico". El segundo paso es reconocernos como "Tierra que siente, piensa y ama, por eso homo (hombre y mujer) viene de humus (tierra fecunda)". El tercero de los pasos es entender que "nuestra misión en el conjunto de los seres es la de ser los guardianes y los responsables del destino feliz o trágico de esta Tierra, hecha nuestra Casa Común". Por último, el paso final es "que junto con el capital natural que garantiza nuestro bienestar material, debe venir el capital espiritual, que asegura aquellos valores sin los cuales no vivimos humanamente, como la buena voluntad, la cooperación, la compasión, la tolerancia, la justa medida, la contención del deseo, el cuidado esencial y el amor".
Da lo mismo que nos exija la OCDE o quien sea, no importa mucho los compromisos que asumamos, si nuestra manera de vivir sigue sustentada sobre valores que son la esencia de la situación actual de nuestra relación con el medio ambiente. Debemos apostar y comprometernos a vivir con un nuevo pacto, lo demás es sólo challa en la fiesta del capitalismo salvaje que lo único que deja es depredación... ¿Estamos preparados?
Les dejo el artículo de El Ciudadano con título "La hora y el turno de la ecología mental", y además el Sitio Web de Leonardo Boff
MANU(el Andres) SANDOVAL (Baros)
...."Deja la Vida Volar"....
En el tema medioambiental Chile esta obligado a cumplir de acá a 4 años varios compromisos que el organismo exige a sus miembros. Desde Terram informan que estos compromisos obligatorios incluyen "política de manejo de aguas y medioambiente y turismo, indicadores e información medioambiental, manejo de residuos y manejo de químicos". Y se supone que la nueva institucionalidad ambiental que hoy fue anunciada, apunta a liderar el camino hacia el cumplimiento de estos compromisos.
No quiero ir al detalle de qué falta y a qué se comprometió el país a cumplir; ni si las nuevas instituciones ambientales, con ministerio y todo, responden a los desafiós que el país enfrentará en el mediano y largo plazo. Quiero traer a la reflexión y al debate el pensamiento de Leonardo Boff (teólogo, filósofo, escritor, profesor, ecologista brasileño) y un artículo que El Ciudadano reproduce en su sitio web. El artículo, a propósito de la fallida cumbre de Copenhague de fines de 2009, llama a reconocer de manera abierta que los verdaderos culpables del actual daño medioambiental (casi irreversible por lo demás) son "los hombres y mujeres que formularon, implantaron y globalizaron el modo de producción de bienes materiales y los estilos de consumo que implican depredación de la naturaleza, clamorosa falta de solidaridad de las generaciones actuales con las futuras".
No basta con, es más de nada sirve ahora gastar tiempo y palabras en encontrar soluciones técnicas y políticas para disminuir por ejemplo los niveles de gases de efecto invernadero, si se mantiene este tipo de "civilización". Hay que pensar, diseñar e implementar otro paradigma civilizador "que no reproduzca las perversidades actuales", por lo que no basta con "una ecología ambiental", ya que tierra y ambiente no son el problema: ¡Nosotros somos el problema!.
"O cambiamos de valores civilizatorios o la Tierra podrá continuar sin nosotros".
Boff continua señalando la falta que nos hace un Paulo Freire ecológico, "él decía sabiamente algo que se aplica a nuestro caso: «No es la educación la que va a cambiar el mundo. La educación va a cambiar a las personas que van a cambiar el mundo» Necesitamos estas personas revolucionarias, si no, preparémonos para lo peor, porque el sistema imperante está totalmente alienado, se ha vuelto estúpido, arrogante y ciego frente a sus propios defectos. Es la tiniebla y no la luz del túnel donde nos encontramos".
Por esto que el llamado es primero a preocuparnos por la ecología mental (una de las cuatro tendencias de la ecología según Boff, que se compone de ecología ambiental, social, mental e integral); ya que esta "trabaja con lo que pasa por nuestra mente y nuestro corazón. ¿Cuál es la visión del mundo que tenemos? ¿Qué valores orientan nuestra vida? ¿Cultivamos una dimensión espiritual? ¿Cómo debemos relacionarnos con los otros y con la naturaleza? ¿Qué hacemos para conservar la vitalidad y la integridad de nuestra Casa Común, la Madre Tierra?"
En pocas líneas no se puede profundizar mucho sobre la ecología mental, pero en el mismo artículo el autor nos da 4 pasos para avanzar en ella, pasos que se constituyen en "los ejes que sustentan un nuevo ensayo civilizatorio". El primero consiste en "asumir que Tierra y Humanidad forman una entidad única e inseparable, que es parte de un todo cósmico". El segundo paso es reconocernos como "Tierra que siente, piensa y ama, por eso homo (hombre y mujer) viene de humus (tierra fecunda)". El tercero de los pasos es entender que "nuestra misión en el conjunto de los seres es la de ser los guardianes y los responsables del destino feliz o trágico de esta Tierra, hecha nuestra Casa Común". Por último, el paso final es "que junto con el capital natural que garantiza nuestro bienestar material, debe venir el capital espiritual, que asegura aquellos valores sin los cuales no vivimos humanamente, como la buena voluntad, la cooperación, la compasión, la tolerancia, la justa medida, la contención del deseo, el cuidado esencial y el amor".
Da lo mismo que nos exija la OCDE o quien sea, no importa mucho los compromisos que asumamos, si nuestra manera de vivir sigue sustentada sobre valores que son la esencia de la situación actual de nuestra relación con el medio ambiente. Debemos apostar y comprometernos a vivir con un nuevo pacto, lo demás es sólo challa en la fiesta del capitalismo salvaje que lo único que deja es depredación... ¿Estamos preparados?
Les dejo el artículo de El Ciudadano con título "La hora y el turno de la ecología mental", y además el Sitio Web de Leonardo Boff
MANU(el Andres) SANDOVAL (Baros)
...."Deja la Vida Volar"....
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